Un investigador de IdISBa demuestra que un medicamento habitual para el infarto no aporta beneficios y deberá descartarse en muchos pacientes
El Congreso Europeo de Cardiología (ESC 2025), celebrado en Madrid entre el 29 de agosto y el 1 de septiembre, ha sido el escenario de la presentación de un hallazgo que sacude la práctica clínica: los betabloqueantes, medicamentos prescritos de forma rutinaria tras un infarto, no aportan ningún beneficio en pacientes con función cardíaca preservada y podrían tener efectos perjudiciales, especialmente en mujeres.
El hallazgo proviene del proyecto REBOOT, el mayor ensayo clínico realizado hasta ahora sobre este tema, coordinado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). El estudio ha durado seis años, ha contado con la participación de 8.505 pacientes y 109 hospitales de España e Italia (entre ellos Son Espases), y se ha llevado a cabo sin financiación de la industria farmacéutica.
El cardiólogo Xavier Rosselló, del Hospital Universitario Son Espases, el Instituto de Investigación Sanitaria de las Islas Baleares (IdISBa) y la Universidad de las Islas Baleares (UIB), ha formado parte del equipo investigador como primer autor en dos publicaciones y tercer autor en una tercera. Rosselló trabajó en el CNIC entre 2018 y 2022, y actualmente mantiene una vinculación como científico visitante.
Los resultados se presentaron el pasado fin de semana en la sesión Hot Line 3 del Congreso Europeo de Cardiología y se publicaron simultáneamente en tres revistas especializadas, confirmando su impacto científico y clínico.
El estudio publicado en The New England Journal of Medicine ha demostrado que los betabloqueantes no mejoran el pronóstico en pacientes con infarto y función cardíaca normal, mientras que el publicado en European Heart Journal muestra indicios de que esta medicación podría ser incluso perjudicial en mujeres que han sufrido un infarto.
Finalmente, el artículo publicado en The Lancet es el resultado de una colaboración con investigadores de Dinamarca, Noruega y Japón, y muestra por primera vez que estos fármacos sí resultan efectivos en el pequeño grupo de pacientes que presentan infartos más complicados.
La novedad de estos estudios radica en dos aspectos. Por un lado, permitirán personalizar la estrategia terapéutica en pacientes con infarto, en función de su sexo y de su función cardíaca. Por otro lado, introducen el concepto de desprescripción (retirar medicamentos que eran efectivos en la medicina de hace 40–50 años, pero que ya no lo son en el contexto actual).
Estos datos obligarán a modificar las guías clínicas. “Partiremos de la premisa de que los infartos de antes no son los mismos que los infartos tan bien tratados de ahora, y quizás algunas medicaciones ya no son necesarias”, advierte el doctor Rosselló, quien también destaca el trabajo silencioso y riguroso de todos los investigadores que han participado de forma altruista.
Con 215 participantes, el Hospital Universitario de Son Espases fue el octavo hospital español más activo en el estudio, para quien esta presentación ha representado el punto culminante de su carrera científica. “Es un éxito colectivo que mejorará la vida de miles de personas y transformará la práctica clínica en todo el mundo”, ha declarado.
